lunes, octubre 01, 2007

Favaloro leía con interés las últimas publicaciones médicas y cada tanto volvía a La Plata para actualizar sus conocimientos. Quedaba impactado con las primeras intervenciones cardiovasculares: era la maravilla de una nueva era. Poco a poco fue renaciendo en él el entusiasmo por la cirugía torácica, a la vez que iba dándole forma a la idea de terminar con su práctica de médico rural y viajar a los Estados Unidos para hacer una especialización. Quería participar de la revolución y no ser un mero observador. En uno de sus viajes a La Plata le manifestó ese deseo al Profesor Mainetti, quien le aconsejó que el lugar indicado era la Cleveland Clinic.
Lo asaltaban miles de interrogantes, entre ellos el de abandonar doce años de medicina rural que tantas satisfacciones le habían dado. Pero pensó que al regresar de Estados Unidos su contribución a la comunidad podría ser aun mayor. Con pocos recursos y un inglés incipiente, se decidió a viajar a Cleveland. Otra vez, el breve tiempo que pensaba permanecer allí terminó siendo una década.Trabajó primero como residente y luego como miembro del equipo de cirugía.

Al principio la mayor parte de su trabajo se relacionaba con la enfermedad valvular y congénita. Pero su búsqueda del saber lo llevó por otros caminos. Todos los días, apenas terminaba su labor en la sala de cirugía, Favaloro pasaba horas y horas revisando cinecoronarioangiografías y estudiando la anatomía de las arterias coronarias y su relación con el músculo cardíaco. El laboratorio de Sones, padre de la arteriografía coronaria, tenía la colección más importante de cineangiografías de los Estados Unidos.

A comienzos de 1967, Favaloro comenzó a pensar en la posibilidad de utilizar la vena safena en la cirugía coronaria. Llevó a la práctica sus ideas por primera vez en mayo de ese año. La estandarización de esta técnica, llamada del "bypass" o cirugía de revascularización miocárdica, fue el trabajo fundamental de su carrera, lo cual hizo que su prestigio trascendiera los límites de ese país, ya que el procedimiento cambió radicalmente la historia de la enfermedad coronaria. Está detallado en profundidad en su libro Surgical Treatment on Coronary Arteriosclerosis, publicado en 1970 y editado en español con el nombre Tratamiento Quirúrgico de la Arteriosclerosis Coronaria. Hoy en día se realizan entre 600.000 y 700.000 cirugías de ese tipo por año solamente en los Estados Unidos.
Su aporte no fue casual sino el resultado de conocimientos profundos de su especialidad, de horas y horas de investigación y de intensa labor. Favaloro decía que su contribución no era personal sino el resultado de un equipo de trabajo que tenía como primer objetivo el bienestar del paciente.

Citas:

- "Durante los años que viví en Jacinto Aráuz, en el camino de regreso a mi casa, con frecuencia me dejaba cautivar por los hermosos atardeceres -los atardeceres de La Pampa son realmente fascinantes, quizás por el clima seco y los fuertes vientos que golpean sobre las nubes- . En esas ocasiones, detenía el auto en medio de la ruta y, mientras el cielo se encendía con colores tornasolados que cambiaban a cada momento, mis sueños y utopías se entremezclaban con las nubes. En esos momentos imborrables la injusticia social ocupaba un lugar en mi mente y desde entonces nunca dejó de ocupar ese lugar." (De la Conferencia Internacional Paul D. White, noviembre de 1998)

- "De mi abuela materna heredé un gran amor por la tierra; no podía vivir sin un huerto. Desde muy pequeño la acompañaba por las tardes a trabajar en la quinta familiar. Doña Cesárea fue, sin duda, una de las grandes mujeres que he tenido la suerte de conocer, quizá la mejor. Se ocupaba de todo lo que correspondía al quehacer de la casa en aquellos tiempos y todo lo hacía con amor. Sin proponérselo, era el verdadero centro de la familia. Vivía para ella y para su hombre, mi abuelo, quien podía jactarse ante sus amigos que hasta sus calcetines estaban tejidos por su mujer. Excepto en los días de lluvia, terminaba su tarea diaria en el huerto. Se entretenía y era feliz descansando -porque se descansa cambiando de tarea-, entremezclada con sus vegetales y frutales. Cuando regresaba de su trabajo, mi abuelo nos acompañaba. Conocía el arte de injertar y así se podían ver higueras que producían dos o tres variedades diferentes o un duraznero injertado con damasco o un ciruelo que, en una misma planta, producía frutos renegridos junto a otros de color amarillo dorado. La huerta estaba salpicada por muchos árboles frutales, que mi abuelo cuidaba con esmero. Con él aprendí los secretos de la poda, que comenzábamos en julio; cada variedad tiene los propios. El saber conservar en cada una los tallos fructíferos nos permitía saborear, durante el verano, infinidad de gustos que aumentaban la exquisitez por su frescura." (De "Recuerdos de un médico rural")

No hay comentarios.: